lunes, 18 de agosto de 2008

La modorra del verano

Está claro que el calor nos afecta a todos. Nos apetece menos trabajar, es más difícil concentrarse, y el calor nos hace rendir menos. Además, esa falta de concentración hace que se produzcan algunos errores “tontos” que en otras épocas del año, normalmente no cometeríamos. El problema viene cuando el error se comete antes del verano, pero afecta directamente a los meses de verano.

Os pongo en situación. Una empresa hace que absolutamente todas las solicitudes que hacen sus empleados se tramiten a través de una aplicación. Puede ser que su equipo está roto, que un programa falla, hasta un fluorescente que está fundido, todo, absolutamente todo va por un solo programa. Bien, es una forma de controlar lo que pasa en tu empresa. Quizás aumenta la burocracia, pero puede funcionar. Obviamente, como cualquier aplicación informática, requiere su mantenimiento, y su equipo de desarrollo, para posibles mejoras, y en este caso, los dos equipos (mantenimiento y desarrollo) están unidos. Hasta ahí todo bien.

Pero claro, hace algunos meses a los empleados se les ocurre ponerse a pedir vacaciones para el verano (que ocurrencias tenemos a veces, de verdad). Venga, vamos a ir concediendo vacaciones, pobres, si en el fondo hasta se lo merecen.

Ahora viajamos un poco en el tiempo, en concreto hasta la semana pasada. La aplicación que canaliza todo el trabajo comienza a fallar. Bueno, no nos pongamos nerviosos, vamos a llamar a la gente que le da soporte, que, como siempre, lo arreglarán en un momento, pero… ¿Qué pasa? ¿Nadie coge el teléfono? Ops, todo el equipo que lleva la aplicación está de vacaciones. Nadie más en la empresa tiene permisos ni siquiera para entrar en la administración de la aplicación. Venga, va, primera prueba del informático. Reiniciamos el servidor donde está alojada la aplicación, y… Vaya, sigue fallando, y no hay nadie que le de soporte hasta… ¡¡¡Dentro de tres semanas!!!

A partir de ahí surgió el pánico entre los responsables de la empresa (que no los directivos, que esos también están de vacaciones). Al final consiguieron localizar al pringao de turno que, a pesar de estar de vacaciones, estaba en la ciudad, y fue a arreglar el desaguisado. No, no era yo, ni era mi empresa. Si estoy de vacaciones, mi teléfono también.

3 comentarios:

Iván dijo...

Hola,

algo muy parecido acaba de ocurrir en mi empresa. Nos han generado la nueva versión de una aplicación junto con su correspondiente licencia para poder instalarla y empezar las pruebas. Resulta que después de comer nos ponemos a instalarla y la licencia no funciona. Queremos acceder al servidor donde se dejan para ver si está mal la que tenemos, pero resulta que todos los que tienen acceso o están de vacaciones o ya se han ido a casa (pq tienen pendiente la jornada intensiva de julio). Así que, después de llamar por teléfono a unos y a otros vamos a pasarnos la tarde parados porque hasta mañana no viene la gente que nos puede proporcionar esa licencia.
En fin, así nos va...

Saludos, Iván.

Anónimo dijo...

Buff, una vez por novata cogí el teléfono y estuve a punto de volver a mitad de vacaciones (300 km. Una y no más.
Eso pasa por irse todos a la vez, aquí desde ese momento, se cambió el cuadrante de vacaciones :D
Espero que no vuelva a fallar por el bien del pringao.

Privateer dijo...

Después dicen que no pasaría nada si hubiera una huelga de informáticos. El día que eso pase, se parará el país.
Yo por si acaso intento tener el móvil siempre desconectado cuando estoy de vacaciones.

Un saludo :-)

Privateer